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Aparcamiento y jardines cercanos con una vista de una fortaleza |
La excursión nos llevó primero a la zona de aparcamiento cercana al museo de Dubai, lo cual ya fue una experiencia, porque encontrar aparcamiento en Dubai es como encontrar el Santo Grial. Con una explanada enorme y una recreación de lo que podría haber sido Dubai hace 70 años. La visión de aquella zona abierta y la fortaleza restaurada era evocadora y te hacía pensar en las épocas en las que los británicos andaban por aquí repartiendo estopa de la buena y aliándose con los clanes locales para gobernar este enclave.
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Vista del puerto y de la otra orilla |
Hay que caminar un poco hasta llegar a la zona cercana al puerto, donde por una miseria como un dirham cada uno se puede cruzar a la parte más antigua, y sólo el paseillo en las barcas choconas, porque si con los coches lo hacen mal, con esto es peor que no tienen ni frenos, pero volvemos al tema del puerto y el zoco que está al lado de él.
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Calle del otro Dubai |
Toda esta decadencia contrasta enormemente con la riqueza de la parte nueva, como ya dije anteriormente es como estar en otro país, en otra ciudad, y sin embargo aporta lo necesario para comprender este lugar. Dubai comenzó como un puerto que fundó la familia Al Maktoum al salir de Abu Dhabi y tomar posesión de las tierras. Pasó un tiempo ligeramente problemático bajo dependencia británica pero posteriormente y con la aparición del petróleo en 1960 comenzó a prosperar y con ellos los emiratos cercanos.
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Uno de los muchos edificios del otro Dubai |
Las vistas en esta zona son muy curiosas, y hay que reconocer que salvo la zona de influencia del dinero de Dubai, tanto Sharjah, como Fujairah presentan el mismo tipo de construcción con balconadas bastante tristes y con aires acondicionados a la vista de todo el mundo, pero es una zona con vida, todos los soportales son tiendas de especias, de mercados de barrio, y algunas de servicios y otras cosas, es un sitio que te permite ver un poco lo que pudo ser la vida aquí hace 20 años, es como si el tiempo se hubiera detenido.
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Vista de las barcas choconas |
Espero no reiterarme, pero es que de momento, y salvando la arquitectura demencial del Dubai del dinero, de las grandes autopistas, de las explanadas de arena inagotables, y de los superdeportivos, esta parte es la que nos está entusiasmando ya, si hay una zona a la que quiero llevar a la gente es ésta.
Seguimos por esta margen de la bahía, paseamos por un zoco donde los amables vendedores se empeñaban en hacernos pasar a sus tiendas de telas, de especia o de lo que fuera, al grito de "Italiano" "Español" "Sir" "Ma,am" o cualquier cosa que se les ocurra y casi tirando de nosotros hacia dentro, en esta ocasión no compramos nada, entre otras cosas porque también estábamos pendiente de pagar el piso y de ahorrar algo para amueblarlo, pero había algunas cosillas que en breve adornarán nuestra casa.
Las famosas babuchas y las postales son un fijo en cualquier país de corte árabe y los Emiratos no iban a ser menos, el colorido y el olorcete a cuero de estas babuchas es el tradicional y me recuerda mucho a unas que nos trajo mi madre de Tunez y que nunca me llegué a poner y creo que acabaron pudriéndose, pero no lo recuerdo bien
Caminando por esta zona, y viendo el reflejo en un edificio apareció uno de los mas bellos azulejos compuestos que pude encontrar, un edificio precioso perdido en mitad de la nada, o en mitad de todo, porque entre tanto edificio humilde parecía imposible que estuviera allí, y justo detrás de él una mezquita con una arquitectura peculiar y que nos liamos a sacarle fotos como si no hubiera un mañana.

Después y ya montados en las barcas choconas nos fuimos hacia la otra orilla, hacia el mercado de las especias y el mercado del oro, el trayecto por agua vimos con lo que mueven las mercancías de lado a lado, y digo con lo que mueven porque son barcos que dan miedo, y pensar en ellos totalmente cargados es cuando menos atroz, pero aquí están con sus colorines, con sus metales oxidados y con sus tripulaciones salidas de una novela de Emilio Salgari.

Y de momento, y cambiando de orilla, vamos dejando este pequeño-gran reportaje, hasta que tenga la inspiración de continuar por el otro lado, pero no se vayan todavía que aún habrá más.
شـــكــــراً
Las tiendas de souvenirs son una pasada. Ya me veo dentro de unos meses negociando a todo trapo con los Hassan de turno.
ResponderEliminarTambién tengo ganas de montar en las barquitas choconas esas.